No puedo observar nada, es
como si estuviera en un inmenso mar oscuro el cual me ha envuelto y no me deja
ir; grito pero no logro percibir el sonido de mi voz, ¿acaso soy muda? ¿o tal
vez, sorda? No lo comprendo, mis sentidos están muertos y no sé dónde estoy;
recuerdo una bella joven conmigo, sus ojos parecían unos mares azules grandes y
brillantes, su rostro pálido y sus mejillas sonrosadas… ella era mi mejor
amiga, única en su clase porque no había quién me comprendiera como ella, ahora
que lo pensaba… no sabía su paradero, para empezar tenía que averiguar en dónde
estaba y por qué.
Me levanté y a tientas
encontré una pared, comencé a tocarla hasta que sentí lo que era una puerta,
una emoción y una gran ola de preocupación me sobresaltó aún sin saber qué
pasaba, giré la perilla y una pequeña luz llenó la habitación oscura en la que
me encontraba la cual me cegó unos instantes mientras mis ojos se acostumbraban
y comencé a caminar… un enorme pasillo blanco se encontraba ante mí repleto de
retratos donde se encontraba esa joven sonriendo junto conmigo y nos acompañaba
un chico muy hermoso, sus ojos extrañamente negros y una tez morena clara que a
mi parecer era encantadora, los tres sonrientes nos abrazábamos con afecto,
conforme avanzaba, las fotos con mi amiga disminuían y aumentaban las mías con
aquel joven. Cuando no hubo más pasillo que recorrer, otra puerta se mostraba
ante mí y dudando, opté por abrirla también pero…
“¿Lo sientes? Sientes esa punzada de dolor
dentro de tu cabeza y que quema tu corazón lentamente, este es el resultado de
ser quién eres.”
¿Alguna vez observaste algo
que te hizo perder la cabeza? ¿Una imagen tan aterradora y escalofriante que
quisiste gritar pero ningún sonido salió de tu garganta?
Un color carmesí inundaba
la habitación, unas mariposas negras que
revoloteaban en ella se detuvieron al abrirse la puerta; allí no se percibía
ruido alguno, tan sólo vino a mí el sonido de un violonchelo con una sublime
melodía melancólica que era perfecta para lo que se tendía frente mis ojos…
quise llorar pero ni una sola lágrima quiso salir de mis ojos, al contrario… me observe con
horror al notar como sonreía cínicamente ante tal escena, me percate en cada
uno de los detalles, mis manos también eran de ese color, mis labios, mi
maquillaje y mi vestido lleno de listones y encajes blancos se había teñido o
más bien… salpicado.
Otra voz dentro de mí
festejaba al ver todo esto, mi cara y mis expresiones se debatían entre el horror y la satisfacción.
-La escena perfecta –dije burlándome –algo digno de esperar.
“Personas como nosotras son la voz de la
justicia, ¿verdad? No hicimos nada malo, sólo lo que debíamos que hacer. “
No me di cuenta del momento
en que mi sorpresa se torno burla, el instante en el que mi arrepentimiento se
desvaneció y dio paso a la satisfacción por un trabajo bien hecho y del cual
nadie tendría conocimiento por qué no lo permitiría. Los recuerdos llegaron a
mí, tanto dolorosos como reconfortantes, me arrodillé para acariciar el bello
cabello dorado de Casandra y comencé a reír histéricamente mientras mis manos
envolvían su rostro gélido y sin vida y dejaba caer una lágrima vacía sin pena
sobre sus mejillas.
-Él… siempre fue mío. –dije como si aún estuviera viva y con tono de
“te lo dije”.
La dejé en el piso
nuevamente y seguí pintando la habitación, esos recuerdos no abandonaban mi
mente y me asaltaban una y otra vez. Casandra, quien siempre había representado
una guía para mí, una compañía iluminadora en mis momentos más dolorosos y
llenos de soledad, jamás me había dejado y me aceptaba tal cual era; yo la
quería, era como mi hermana y nada de esto hubiera pasado si ella no hubiera
cometido el error de enamorarse de quién no debía.
La inestabilidad vivía
dentro mío y cuando las cosas no se daban a mi antojo yo no me podía controlar,
no era mi intención llegar tan lejos, simplemente a veces ELLA es más fuerte
que yo.
Su nombre era Richard y
cuando yo me perdía en sus bellos ojos negros me sonreía y me abrazaba, él era
el responsable de mi felicidad, de mantenerme equilibrada para que no perdiera
el control y todo acabara mal. Fui tan descuidada, tan estúpida al entregarle
mi corazón tan fácilmente y no sirvió de nada porque no tuvo piedad conmigo, no
se detuvo a pensar que me haría daño al mirar a otra y lo odié…
Odié a ambos por robarme el
amor del otro para que ellos lo disfrutaran, entonces no pude hacer nada más
que lo que ya estaba hecho; después de tantos años de sufrir por ser
abandonada, rechazada y marginada me había cansado, era hora de ser yo la que
ganara, la que lo tuviera todo sin importar el costo.
¿Acaso
hice mal en querer tenerlos a ambos? Les pregunté a aquellos cadáveres sin vida que se tendían ante mí.
Por supuesto que no, ella
había sido mi amiga primero y me quería a mí; en cuanto a Richard, sólo alguien
como yo podía recibir esas sonrisas, nadie más.
Simple y sencillamente sus sentimientos egoístas no los dejaron ver el
error que cometían al amarse, pero…
“¿No fui yo más egoísta al negarles ese
derecho?” -Ella me sonrió y me calmó –“Eso jamás, siempre hemos tenido la razón”.
El atardecer se abría paso mientras
caminaba hacia el lado opuesto observando varias parejas abrazadas, añoré
sentirme así de amada, que él me amara como yo lo hacía pero… justo cuando más
deseaba verlo sonreírme, apareció con Casandra tomado de la mano y no sólo
sonreía, se dedicaba a verla con ternura, como todas las demás parejas lo
hacían y yo no pude resistirlo. Salí corriendo a casa llena de rabia y todo a
mí alrededor comenzó a temblar, grité, lloré y cuando todos mis sentimientos
explotaron y no pude más me quedé en una esquina de mi cuarto y noté que era
demasiado blanco…
“Todo lo que tienes que hacer, es dejarme salir…
sólo así obtendrás lo que tanto deseas ¿o me vas a negar que no lo has pensado
tú también?”
La idea que teníamos en
mente me estremecía, no me creía capaz de hacer algo como eso y realmente no
tenía el verlo y en cambio ella…
“¿Tienes miedo? No me hagas reír, el miedo es
patético y con ello no serás feliz.”
Mi cuerpo dejó de temblar y
me miré en el espejo, una sonrisa maquiavélica se reflejaba, pensé en esos
momentos que ya no me importaba nada y la deje salir. Un rechinido me devolvió
al mundo real, era la puerta de la entrada.
-Hemos llegado –me llamaron desde el pasillo.
-¿Rachel?
-Estoy aquí…-sonreí desde
mis adentros y tomé una decisión… -no dejaré que me sigan lastimando.
Los observé felices y fingí
serlo yo también, me contaron cómo les había ido y después todo pasó muy
rápido. Justo cuando me confesaron que se querían me abalancé sobre ambos y el
carmesí de su sangre manchó el piso… la daga que sostenía en mi mano y que
contenía la sangre de las personas a las que más amé y que ahora odiaba
escurría en mis manos, la observé durante unos minutos y la limpié con mi
lengua, la guardé en mi bolsillo y con mis manos comencé a pintar la
habitación… estaba feliz, más de lo que jamás había estado.
Me arrastré por el pasillo
para buscar una sabana para cubrirlos, no quería ser descortés y permitir que
pasaran frío, pero me quedé dormida allí…
“Este es lo que somos, tarde o temprano iba a
pasar”
Aquella voz me calmaba, me
daba a entender que no había nada que temer, que jamás iba a estar sola de
nuevo, siempre la tuve a ella conmigo y no la aprecie, ella había sido capaz de
entenderme más de lo que Casandra lo hizo alguna vez, gracias a ella yo me
encontraba mejor.
Ahora por fin puedo
observar mi obra de arte, una habitación carmesí terminada, mis manos ya
limpias, acomodando el cadáver de mi nueva muñeca en una silla, la he peinado y
le he puesto un hermoso vestido de época, intento no olvidar ningún detalle
para que se vea perfecta. Pero lo más importante es él, el muñeco de mi único amor,
esos ojos negros que ya no brillan más, esa piel que ahora es pálida pero no
importa porque para mí sigue siendo bello, lo acomodo a mi lado y tomo su
rostro, le digo que lo amo y beso sus labios que ahora eran helados por fin…
había esperado tanto pero no importaba, ahora los tenía conmigo para siempre.
Aquí, en esa habitación
carmesí al lado de las dos personas que tanto amo he decidido desaparecer de la
faz de la tierra y llevarme a mi otro yo conmigo.
-Rachel y Raquel deben irse –me dije a mi misma –por que cuando una de ellas reacciona nada
sale bien…Raquel sólo empeora todo…
-Eso no es verdad, porque ahora tienes todo lo
que deseas….-me contesta Raquel.
-Mientes… lo que más deseo es terminar todo
esto…
-¿Estás segura? Después de todo lo que hemos
sufrido…
-No, yo realmente hubiera querido que estuvieran
vivos con nosotras, así como han quedado ya no tiene sentido alguno, hemos
llegado demasiado lejos.
-No lo suficiente, esto no es una locura porque
ambas existimos.
-Dos personas condenadas a compartir un mismo
cuerpo es digno de llamarse “locura”
-Al fin y al cabo qué más da si es locura o no Rachel, para nosotros es
realidad.
-Una realidad de lo más cruel… -dije mientras
lloraba en silencio.
A lo lejos, en medio de
este enorme bosque mi obra maestra se incinera conmigo dentro, tomo la mano de
mi mejor amiga y beso a mi amado, los brazos de mi hermana, mi otro yo o lo que
quiera que sea que es Raquel rodean mi cuello y su cabeza se recarga sobre la
mía, como si tratara de crear el cuadro perfecto, aun obra maestra digna de
admirar, recordar e inmortalizar y ahora yo… no deseo nada más…no poseo nada
más y aún así soy feliz.
“Ambas lo somos… -una sonrisa se dibuja en nuestro rostro –hermana.”
“Siempre compartiremos nuestro cuerpo con
alguien más, todos tenemos un lado macabro y si dijeran que no es así… ¿acaso
jamás han reprimido deseos que saben que están mal? La humanidad se ha
condenado a esto: a representar la dualidad de las cosas, algunos de manera
extremistas y otros más temen descubrirse a sí mismos, lo único que sé es… que
jamás escaparemos de nosotros.”
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