miércoles, 27 de marzo de 2013

Clara amiga, Clara amor mío


Eduardo Oyervides

Repito y lo repetiré hasta morirme:
era tan fácil ser un niño.

Yo recuerdo mi primer amor,
mi edad era ¿qué les gusta? 
seis años a lo mucho 
y a lo poco, yo calculo, unos cuatro.

La conocí porque era mi vecina
ella se llamaba Clara
su casa era café con blanco 
y tenía una ventanita por dónde 
yo le hablaba a los seis o cuatro años.
Casi no salía de su casa
y si salía, salía de la mano de su nana, 
una señora cuarentona mal encarada
¡Ah, que vieja, cuantas pelotas
no me habrá dado en mi infancia!
Cada que salía a la tienda o a las tortillas 
siempre era de la mano de la vieja
yo tenía que mirarla desde mi ventana
balbuceando que la quería sin conocerla
y que era mi vecina favorita

una o dos veces le dije a mamá
que quería ir a la casa de Clara la vecina 
y ella siempre me decía que para qué
si ni siquiera la conocía 
¿Qué mamá no veía cuántas horas al día
era Clara y no mi sonrisa o mis palabras?

mamá me ponía a dibujar tarde a tarde
en el escritorio principal que usaba papá 
para escribir sus libros 
poemarios cuentos y algunos ensayos
yo me sentaba y tomaba su lápiz favorito
y me acercaba una hoja 
y esa sonrisa en u
y ese corazón con un 3 eran de ella
y esas manos entregando esa línea horizontal
que para mí no era más que una rosa, eran mías 
y todos esos garabatos que mamá
creyó que simplemente me divertían
en realidad siempre fue el primer poema de amor
que me inventé para Clara mi vecina.

- ah, Clara amiga, Clara amor mío 
desconozco todas las zonas de tu cercanía
el olor de tu cabello al andar
desconozco tus manos suaves en mis labios tensos
y un día te fuiste sin decirme adiós, sin dejarme vida
un día esa ventana no volvió suspirar
ése dibujo no volvió a sonreír
esa silueta detrás del umbral no volvió a mirar
te me fuiste sin que lo supieras, 
Clara mi vecina favorita
incluso más que la señora que nos hacía el aseo
o la señora del fondo que vendía unos tacos muy ricos, 
eras la única en la lista de mi favoritismo
si un día escuchaba que estabas sola, llorando
rápido quería correr hasta tu píes y decirte:
no sufras amor mío, y abrazarte con todas mis manos
pero yo no era más que un vecino 
un niño que corría tras una pelota que le echaba papá
y nada más, 
jamás cruzamos miradas
jamás palabras, ni signos
jamás te dije te quiero 
como hubiese querido
jamás te he dejado de querer 
Clarita amiga mía, jamás fue.


No hay comentarios: