martes, 1 de octubre de 2013

Cereza Negra


H. P. Lovecraft /  Alexis Pauline Hernandez 


(…) Día tras día en este extraño mundo en el que he crecido busco un método para satisfacer mi deseo. He ido arriesgando todo para ir conforme a mis sueños, quizá no lo noté antes pero ya he perdido suficiente.(…)
Mi familia, mis amigos, todos han muerto y yo no estuve a su lado para despedirme como es debido. Lloré en silencio su muerte pero eso no me justifica ni siquiera un poco.
¿Qué quién soy? Ni yo misma lo sé.
Soy vida, energía, paz, audacia pero jamás seré lo que más anhelo: oscuridad.
La existencia de mi ser puede ser fácilmente cuestionada, por que a pesar de verme como un humano, de vivir como uno de ellos yo…
-No eres nada… ¡nada! –esa voz que vive contradiciéndome.
Huí de mi casa hace un par de años, si es que a ese lugar puede llamársele así ya que jamás he conocido uno. Mi “padre” o más bien el ser que me dio vida era un hombre solitario y ermitaño que no tenía esposa e hijos debido a su constante obsesión al trabajo y el resto de su familia llevaba décadas alejada de él.
Así que cuando me refería a mi familia hablaba de “ese hombre” y respecto a mis amigos pues, a ellos los asesiné. ¿Por qué? Por que envidiaba algo que no poseía en un 100%: la vida.
Recuerdo que lo primero que vi fue su rostro, su larga barba castaña, sus ojos verdes y las arrugas que dejaban expuesto el paso de los años. Justo cuando yo levanté mi mano sus lágrimas comenzaron a brotar sin parar en ningún momento; más yo no tenía idea de lo que pasaba.
Mi nombre es “Cereza”, jamás me gustó como se escuchaba en inglés así que mi creador tuvo que conformarse con ello. Soy un “contenedor humano” de los muchos que existen en el siglo XXX para hacer compañía y mi padre no fue la excepción, él tomó la decisión de dejar de pasar días sombríos y usar sus conocimientos para fabricarme, tristemente él logró su objetivo y aquí estoy.
No puedo quejarme, viví de forma plena y creo que hasta fui feliz pero lo que pocos saben es que siempre mantenemos un deseo un oculto que nos persigue a cada día que transcurre hasta que pronto, te asfixia: ¡queremos vivir al 100%!
-Por eso nos fuimos, por eso lo dejamos –tiene razón, si huí de casa es por que allí se encontraba el recuerdo imparable de mi desesperación, la llama de mi deseo.
Jamás olvidaré el día en que me fui de casa: Llovía sin parar, mi padre buscaba leña para la chimenea y así no pasar frío, preparamos chocolate y nos sentamos a platicar como pocas veces lo hacíamos. Mientras él me contaba sobre sus proyectos futuros yo simplemente lo miraba soñando estar a su lado por siempre, por que no anhelaba nada más que complacer a ese ser que era mi todo.
-Eso fue por que no conocíamos nada más -Es verdad, jamás había salido de casa por que mi padre decía que al dar un paso fuera de esa puerta mi vida correría peligro y todo el mundo querría tenerme pero la verdad siempre sale, nadie la detiene.
Aquella tarde curioseaba entre los diarios de mi padre, quería aprender a hacer cosas maravillosas como él para así algún día poder conocer más del mundo, cuando encontré aquel cuaderno negro. En él estaba descrito de forma detallada el proceso de mi creación pero eso no dolía, lo que destruyó mi todo fue la ultima fase: “Como crear un alma para el contenedor, para que este sea perfecto y este libre de impurezas y errores”
Esa fase aún estaba completada y al seguir buscando lo encontré: un contenedor hermoso, flotando en esa cápsula con un nombre en una placa, “Cherry” la llamaría y yo… yo sería reemplazada.
-Siempre nos hizo daño, nunca nos amó en realidad –mil cosas en mente quisieron encontrar una justificación así que buscando pero todo se fue al demonio cuando en las siguiente página se encontraba descrito mi crecimiento, mis etapas de desarrollo y evolución, para entonces ya había comprendido todo: mi existencia se basaba en ser el prototipo de un “contenedor perfecto” pero ser yo misma jamás fue suficiente para mi padre.
-Huye, tenemos que irnos de aquí ¡pronto! –Mis manos aventaron ese libro como si las quemara y rompí todo a mi paso menos ese cápsula, tomé algo comida y salé por aquella lejana puerta que jamás me había parecido tan cercana a mí. Y al poner un pie fuera de ese infierno el mundo exterior pareció encajar conmigo perfectamente.
Visité todos los lugares que quise, fui parte de muchos grupos y por años sobreviví entre ese seres de los que mi creador me protegió celosamente más mi corazón nunca estuvo satisfecho. Dentro de mí la llama de la venganza por ser usada para un experimento se alimentaba a cada día que transcurría y la curiosidad por saber de “Cherry” me ahogaba de tal manera que decidí volver.
-Nos haces daño, no eres tan fuerte –A lo mejor temía por el resultado pero nunca he sido cobarde, al menos no lo era hasta que estuve frente a esa ventana y me acerqué para romperme una vez más:
“Mi padre abrazando a otro contenedor, sonriendo y diciendo que la ama por que es su hija por que nadie podría igualarla. Mi padre… mi creador… mi guía… mi todo… ¡MIO! “
Fue la primera vez que supe lo que era odiar, sufrir, llorar, sentir rabia y luego… luego entré gritando:
-¡¿Cómo pudiste hacerme esto?!
Mi padre me miraba incrédulo, tal vez por que no creyó que sobreviviera o por que después de los años había crecido un poco pero ni siquiera tiempo me dio de reaccionar cuando ese niña le llamó “padre” y le preguntó que pasaba.
-¡Jamás será tuyo! El es mío, siempre ha sido mío… -grité mientras la aventaba lejos – él me hizo primero, yo soy su hija, la única….
En medio de tanto grito por primera vez en mi vida lloré como él lo hacía y seguí gritando, vociferando y preguntando por qué me había hecho esto, por qué si no iba a
ser más que un prototipo no me dijo desde un principio la verdad para no vivir un engaño, para que no fingiera quererme.
-Pero Cherry… -ese nombre… como lo odiaba.
-No soy “Cherry” , ¡jamás lo seré!
Ella tan blanca, rubia, con mejillas rosadas y labios melón natural y yo, blanca, cabello oscuro, ojos negros y labios rojo carmesí, tan diferentes que hasta su perfección me hacía perder el control. Así que en un arranque de locura dejé caer un estante sobre su cuerpo y de aquella tierna y hermosa “Cereza roja” no quedó más que el recuerdo.
-No tengo alma… no soy hermosa, no sé vivir… ¿para qué me creaste? –lloré de rabia mientras tomaba con mis manos el rostro de mi padre.
-Te equivocas mi niña –lloraba- siempre tuviste un alma y la comenzaste a usar desde el momento en que enfrentaste al mundo tu sola.
-Pero... ese libro decía que… -estaba confundida.
-Ese libro detallaba la forma de un contenedor si, pero de uno creado a partir de un humano por que esa “Cherry” –señalo el cuerpo – era una niña que murió y la rtja de nuevo a la vida pero la fase de darle un alma nueva no existía aún por que tú mi niña…tu hermosa alma era la que quería pasar a ese cuerpo sin vida.
-¡¿Qué?! – mi mente ya no aguantaba más.
-El verdadero contenedor era ese cuerpo humano, y tú –acarició mi rostro –tu eras el alma perfecta para el.
-No es verdad, no puede ser verdad… -era imposible –yo nací para ser tu experimento, tu no me amas, sólo yo te amo a ti padre… yo…
-Escúchame, mi niña por favor…
-Huye, no hay mas que hacer –esa voz…
-Cherry mírame –ese hombre…
-Mátalo –quiero que pare…
-¡Hija! –y quiero olvidar todo…
-¡BASTA! –mi menta ya no da para más.
No soy ella, no soy un contenedor, no soy una cosa, yo simplemente ansío acabar con el vacío, yo quiero vivir. ¡VIVIR!
Terminé de destrozar aquella habitación que me vio nacer, reía en mi ataque de locura y mientras observaba el rostro de mi padre deformarse del horror; sus últimas palabras quedaron grabadas en mi mente antes de darle muerte:
“Jamás serás mi Cherry, por que tú… ser de maldad, carente de un alma que la vida te concedió al nacer… tu has asesinado a todo lo que te rodea… tú… no eres más que una Cereza podrida, acabada, corrompida.”
-Así es padre… simplemente mi alma es una: Cereza Negra.
(…) Día tras día en este extraño mundo en el que he crecido busco un método para satisfacer mi deseo. He ido arriesgando todo para ir conforme a mis sueños, quizá no lo noté antes pero ya he perdido suficiente.(…)

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