Dalia Casablancas
En un pueblo poco conocido llamado Pola de Gordon no muy lejos de la magia, de la atracción y de las leyendas, se encontraba Sofía que vivía con su abuelo Teo y su hermano menor Andrés. Para Sofía todos los días eran comunes y aburridos, iba a la escuela, cuando podía le ayudaba a su abuelo en el trabajo y cuidaba al pequeño de Andrés. A veces se quedaba sola en casa. Sofí no era muy alta, su cabello negro, largo y ondulado, su tez de piel canela, sus ojos cafés muy expresivos, labios finos y de complexión delgada. Le gustaba salir a caminar contemplando la luna y el esplendor de toda la noche, aunque el abuelo siempre le decía que era muy peligroso y mas si se adentraba en el Faedo de Ciñera, le contaba que allí existían muchas criaturas temibles, monstruos horrorizantes, brujas maléficas, magos malvados y toda una serie de personajes que a Sofía le llamaban la atención. Jamás había entrado en aquel bosque comprometedor pero tenía gran curiosidad por ver lo que habitaba ahí.
Una mañana Sofía buscó al pequeño de Andrés y no lo encontró supuso que se había ido con el abuelo a la ciudad, su estomago rugía de hambre, cereal y leche para el desayuno. Para ese día no tenía planes, solo quedarse en casa y esperar al abuelo y a Andrés, pero no recordaba que ellos iban a regresar noche, así pues Sofí dejo pasar el tiempo, pensativa se acostó en su cama, al instante tuvo la gran idea de ir al bosque aunque lo tenia prohibido, tomó su chaqueta y se encaminó, al fin y al cabo su abuelo no se iba a enterar. Cuando salió de casa, el atardecer estaba entrando en aquel cielo despejado, preparada cargaba una linterna de mano. Corrió hacia el hermoso Faedo para que nadie la viera, estando allí Sofía recorrió senderos de robles y castaños, verdes y abrumadores y poco a poco se fue adentrando más y más, después de unos minutos de caminar, llegó a una gran explanada, la rodeaban árboles gigantescos, eran hayas, arboles mágicos, hayas con tonos rojizos que guardaban cada instante de aquellas leyendas que se escuchaban por todo el pueblo y casi en medio de esta había uno muy hermoso, el más hermoso, pensó, sus grandes raíces sobresalían, como miles de brazos invitándola a descansar en su regazo, Sofía se dirigió cautiva de su aroma que desprendía desde décadas, se sentó en una de sus raíces y se recargo en el, contemplando el paisaje y se decía así misma que ya había comprobado que tal cosa que decía su abuelo no era verdad, de repente miro su reloj, ya era muy tarde, tenia que regresar, se paró de un salto y en ese preciso momento escuchó un horroroso rugido que provenía del haya , ella se volvió hacia el totalmente asustada y encontró en las altas ramas unos espeluznantes par de ojos rojos y colmillos afilados listos para devorarla de un solo bocado, Sofía se quedó paralizada del miedo, vio venir a la salvaje bestia hacia ella y en menos de un segundo alguien la empujo hacia el suelo y la cubrió con gran fuerza, la presionó contra su pecho y la rodeó con sus brazos. Sofía sólo vio salir un gran destello de luz azul que poco a poco se convirtió en una luz cegadora, no sabía de dónde venía, cerró los ojos quedando inconsciente. Después de un rato recobró el conocimiento, abrió los ojos aun estando en el piso y para su sorpresa encontró a su lado a una extraña criatura en cuclillas que la miraba intensamente, Sofía empezaba a perderse en su mirada, su belleza inexplicable la había atrapado, los rasgos de su rostro eran hermosamente finos, su tez de piel azulada, sus ojos dorados totalmente cautivadores, sus labios perfectos y delineados, y su pelo castaño lacio que apenas tocaba sus hombros, Sofía ni siquiera parpadeaba, el extraño se acerco a su rostro y le susurro al oído con una voz irresistible si se encontraba bien , con dificultad asentó con la cabeza, el castaño la ayudó a levantarse, una vez más la miró a los ojos y desapareció de igual forma como llego. Confundida y aturdida, sacó la linterna y regreso a casa lo
mas rápido que pudo, había perdido la noción del tiempo, el abuelo y Andrés ya estaban dormidos, subió rápido a su habitación, no podía dormir solo de pensar en aquella belleza extraña, planeaba buscarlo al día siguiente, al anochecer, de tanto contemplarlo se quedo dormida. A la mañana siguiente, Sofía hizo todo como de costumbre, estaba muy impaciente porque llegara la noche, esta vez tuvo suerte, el abuelo y Andrés iban a llegar tarde, empezó a caer el atardecer a sus pies, Sofía tomó su chaqueta y salió lo más rápido que pudo. Tenia más deseo de verlo que miedo por encontrarse con otra criatura salvaje, llegó al mismo árbol de la haya asegurándose de que no hubiera nada, espero sentada, pasaron pocos minutos para que el chico azulado apareciera sentado junto a ella, se sobresalto, el tomó sus manos y le dijo que no tuviera miedo, que con el nada le haría daño, Sofía se sintió segura a su lado.
El castaño se presento, su nombre era Khalil.
A lo largo de los días Sofía cada noche se encontraba con él en aquel árbol, empezaba a ser su lugar favorito. Pasaban mucho tiempo juntos y ella poco a poco iba enamorándose profundamente de el, un grave error, aunque Khalil aun no le revelaba su gran secreto, pero en cualquier momento lo iba tener que hacer antes de que fuera demasiado tarde. El no sabia como decirle a Sofía que jamás iban a poder estar juntos porque el también se estaba enamorando y si solo ella lo besaba su maldición habría terminado, pero el sin pensarlo prefería alejarse y dejarla ir a estar con ella y verla morir.
Llego la noche que cambiaria la vida de todos, bella y maravillosa como ninguna, el cielo estrellado, la luna alumbraba todo el pueblo gordonense , Sofía se dirigió hacia el Faedo para encontrarse con la persona que pronto iba a dejar, ya no podía contener lo que sentía su corazón, así que le dijo a Khalil que lo que sentía era mucho más que amor, el se quedo perplejo y no dijo nada, abrazo a Sofía fuertemente y le dijo que jamás volviera a buscarlo, Sofía sin comprender nada, lo miro a los ojos y le dijo que ya no podía aguantar más las ganas que tenia de estar junto a él, lo veía y simplemente enloquecía, Khalil la tomo de sus mejillas y la inclinó hacia el diciéndole que para él era su vida entera, su más grande obsesión, la dueña de su alma y su corazón y que en este momento se tenían que decir adiós, Sofía le pidió solo un beso de despedida pero él no podía, no debía, era demasiado arriesgado, cada noche a su lado era una salvaje lucha contra sí mismo de contener las ganas de robarle un beso, así que se aparto de ella.
Sofí corrió tras de él, lo tomó del brazo y sin dejarlo ir, Khalil volteo hacia ella quedando a unos pocos centímetros de sus labios y… todo fue muy rápido, Sofía lo había liberado.
Una mañana Sofía buscó al pequeño de Andrés y no lo encontró supuso que se había ido con el abuelo a la ciudad, su estomago rugía de hambre, cereal y leche para el desayuno. Para ese día no tenía planes, solo quedarse en casa y esperar al abuelo y a Andrés, pero no recordaba que ellos iban a regresar noche, así pues Sofí dejo pasar el tiempo, pensativa se acostó en su cama, al instante tuvo la gran idea de ir al bosque aunque lo tenia prohibido, tomó su chaqueta y se encaminó, al fin y al cabo su abuelo no se iba a enterar. Cuando salió de casa, el atardecer estaba entrando en aquel cielo despejado, preparada cargaba una linterna de mano. Corrió hacia el hermoso Faedo para que nadie la viera, estando allí Sofía recorrió senderos de robles y castaños, verdes y abrumadores y poco a poco se fue adentrando más y más, después de unos minutos de caminar, llegó a una gran explanada, la rodeaban árboles gigantescos, eran hayas, arboles mágicos, hayas con tonos rojizos que guardaban cada instante de aquellas leyendas que se escuchaban por todo el pueblo y casi en medio de esta había uno muy hermoso, el más hermoso, pensó, sus grandes raíces sobresalían, como miles de brazos invitándola a descansar en su regazo, Sofía se dirigió cautiva de su aroma que desprendía desde décadas, se sentó en una de sus raíces y se recargo en el, contemplando el paisaje y se decía así misma que ya había comprobado que tal cosa que decía su abuelo no era verdad, de repente miro su reloj, ya era muy tarde, tenia que regresar, se paró de un salto y en ese preciso momento escuchó un horroroso rugido que provenía del haya , ella se volvió hacia el totalmente asustada y encontró en las altas ramas unos espeluznantes par de ojos rojos y colmillos afilados listos para devorarla de un solo bocado, Sofía se quedó paralizada del miedo, vio venir a la salvaje bestia hacia ella y en menos de un segundo alguien la empujo hacia el suelo y la cubrió con gran fuerza, la presionó contra su pecho y la rodeó con sus brazos. Sofía sólo vio salir un gran destello de luz azul que poco a poco se convirtió en una luz cegadora, no sabía de dónde venía, cerró los ojos quedando inconsciente. Después de un rato recobró el conocimiento, abrió los ojos aun estando en el piso y para su sorpresa encontró a su lado a una extraña criatura en cuclillas que la miraba intensamente, Sofía empezaba a perderse en su mirada, su belleza inexplicable la había atrapado, los rasgos de su rostro eran hermosamente finos, su tez de piel azulada, sus ojos dorados totalmente cautivadores, sus labios perfectos y delineados, y su pelo castaño lacio que apenas tocaba sus hombros, Sofía ni siquiera parpadeaba, el extraño se acerco a su rostro y le susurro al oído con una voz irresistible si se encontraba bien , con dificultad asentó con la cabeza, el castaño la ayudó a levantarse, una vez más la miró a los ojos y desapareció de igual forma como llego. Confundida y aturdida, sacó la linterna y regreso a casa lo
mas rápido que pudo, había perdido la noción del tiempo, el abuelo y Andrés ya estaban dormidos, subió rápido a su habitación, no podía dormir solo de pensar en aquella belleza extraña, planeaba buscarlo al día siguiente, al anochecer, de tanto contemplarlo se quedo dormida. A la mañana siguiente, Sofía hizo todo como de costumbre, estaba muy impaciente porque llegara la noche, esta vez tuvo suerte, el abuelo y Andrés iban a llegar tarde, empezó a caer el atardecer a sus pies, Sofía tomó su chaqueta y salió lo más rápido que pudo. Tenia más deseo de verlo que miedo por encontrarse con otra criatura salvaje, llegó al mismo árbol de la haya asegurándose de que no hubiera nada, espero sentada, pasaron pocos minutos para que el chico azulado apareciera sentado junto a ella, se sobresalto, el tomó sus manos y le dijo que no tuviera miedo, que con el nada le haría daño, Sofía se sintió segura a su lado.
El castaño se presento, su nombre era Khalil.
A lo largo de los días Sofía cada noche se encontraba con él en aquel árbol, empezaba a ser su lugar favorito. Pasaban mucho tiempo juntos y ella poco a poco iba enamorándose profundamente de el, un grave error, aunque Khalil aun no le revelaba su gran secreto, pero en cualquier momento lo iba tener que hacer antes de que fuera demasiado tarde. El no sabia como decirle a Sofía que jamás iban a poder estar juntos porque el también se estaba enamorando y si solo ella lo besaba su maldición habría terminado, pero el sin pensarlo prefería alejarse y dejarla ir a estar con ella y verla morir.
Llego la noche que cambiaria la vida de todos, bella y maravillosa como ninguna, el cielo estrellado, la luna alumbraba todo el pueblo gordonense , Sofía se dirigió hacia el Faedo para encontrarse con la persona que pronto iba a dejar, ya no podía contener lo que sentía su corazón, así que le dijo a Khalil que lo que sentía era mucho más que amor, el se quedo perplejo y no dijo nada, abrazo a Sofía fuertemente y le dijo que jamás volviera a buscarlo, Sofía sin comprender nada, lo miro a los ojos y le dijo que ya no podía aguantar más las ganas que tenia de estar junto a él, lo veía y simplemente enloquecía, Khalil la tomo de sus mejillas y la inclinó hacia el diciéndole que para él era su vida entera, su más grande obsesión, la dueña de su alma y su corazón y que en este momento se tenían que decir adiós, Sofía le pidió solo un beso de despedida pero él no podía, no debía, era demasiado arriesgado, cada noche a su lado era una salvaje lucha contra sí mismo de contener las ganas de robarle un beso, así que se aparto de ella.
Sofí corrió tras de él, lo tomó del brazo y sin dejarlo ir, Khalil volteo hacia ella quedando a unos pocos centímetros de sus labios y… todo fue muy rápido, Sofía lo había liberado.
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