-Sonoras
sublevaciones subconscientes contra el Tiempo y sus vestigios- Jimena Jurado
PRELUDIO- |||__________+
Hay pausas silentes dentro de esta canción, que lentamente inventan gritos, que sólo los sordos escuchan en sus azules brillos de alucinación y durante esa ofuscación causada por la desesperación de su cine mudo >> (ADELANTAR) ...y de nuevo esa sombra gris de un eco que dormita, levita sobre nuestros sueños y nos comparte por ósmosis algo oculto, que tal vez nunca entenderemos hasta morir y visitar el inexistente mundo:
Los ciervos caminan detrás de los ojos de los ciegos. Los ciegos imaginan que pintan al óleo un verso subliminal, que nunca se ha visto en ésta tierra mortal. Los recuerdos regresan e invaden transportando al ayer. El ayer nunca vendrá.
INTERLUDIO
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Una trompeta agonizante nos llama con un canto único al sopor de la noche, hasta hipnotizar.
Y un piano que llora se aleja junto con el tiempo del desierto y se traga una lágrima para no desolar de sed. Se esfuma en arenas movedizas, dejando de si mismo aquello que siempre quiso, pero nunca será.
Un viento que abduce recuerdos nos transporta al pasado, donde yacen de nuevo esas ilusiones que alguna vez nos rompieron, dejando sólo fragmentos de lo que nunca fue; nos hace vivir de nuevo un tormento que siempre tratamos de esconder en nuestros abismos, en las profundidades del escandaloso púrpura amargo de la nostalgia.
Hemos quedado desnudos ante la naturaleza, hemos muerto erosionados, inermes ante el pasado, volviéndonos polvo o arena… y ahora somos suelo áspero, somos el suelo de el cielo que a veces también llora y cae hecho pedazos líquidos que luego se evaporan. Somos el techo del suelo que solloza, somos fósiles que nunca nadie encontrará.
Somos almas difusas entre la espuma de las olas cuando chocan. Y nadamos entre monstruos observantes que hablan con burbujas un lenguaje indescifrable para los ajenos, para los que invaden sus mares, para los que matan porque ya no pueden seguir viviendo.
El silencio de ésta melodía nos abraza con ironía y arrulla la locura. De la orquestal tormenta desciende un agotamiento y prefiere parar un momento para cantar un secreto que los sordos cantan sin oír. II (PAUSA).
<< (REBOBINACIÓN) - |||||||||||||||||||||||||||||| +
rio nis natnac sodros sol euq oterces nu ratnac arap otnemom nu rarap ereiferp y otneimatoga nu edneicsed atnemrot latseuqro al ed. arucol al ayurra y aínori noc azarba son aíddolem atsé ed oicnelis le.
> (REPETICIÓN)
El silencio de ésta melodía nos abraza con ironía y arrulla la locura. De la orquestal tormenta desciende un agotamiento y prefiere parar un momento para cantar un secreto que los sordos cantan sin oír.
Aun no entendemos la mirada de aquel viejo que desvanece en el tiempo del desierto.
Aun no podemos saber a donde lo lleva ése bastón que es la brújula del ciego. Ni a donde va esa fe que se encapsula en cárceles de fuego, en fuego que ya no quiere quemarse más y sigue el curso del agua, sabiendo que eso nunca será.
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Una voz de nadie nos habla sin cuerdas, afónica; ya exhausta. Una voz que perece y se cierra da su último suspiro; será un último huracán que desencadenará dudas que debemos responder.
Se apagará la vela. Se cierra el telón y la obra. También la canción ha cesado.
De nuevo el silencio... Sólo queda descifrarlo.
De nuevo la luz... Sólo no cerremos los ojos y lograremos ver qué es lo que brilla, qué hay detrás de la explosión.
Ahora expira. Ya no hay nada. Todo fulmina. [] (FIN)
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