Siempre he sido una persona solitaria de un estado de ánimo más bien depresivo y nervioso. A temprana edad estos rasgos de mi personalidad ya comenzaban a acecharme, pase mi infancia llena de miedos estúpidos, de tristezas repentinas, cuando tenía apenas quince años era un joven silencioso y tímido. Pasaba la mayor parte de mí tiempo en un rincón de mí habitación leyendo, a esta edad aparecieron mis primeros indicios de tendencias suicidas.
Los extraños síntomas no desaparecían, ni siquiera en mi edad adulta.
Estaba al borde de la locura, apunto de liberar mis instintos homicidas-suicidas, cuando en un momento de lucidez decidí visitar a un médico que, probablemente, podría curarme este mal congénito.
Me dieron un monto de pastillas y yo acepté tomarlas siempre y cuando me aseguraran que éstas me sacarían de los terribles estados anímicos a los que me veía sometido.
Durante tres meses continuos seguí el tratamiento y visitaba a mí psiquiatra una vez a la semana, sin embargo, los malditos síntomas no desaparecían, al contrario, había desarrollado el triple de ellos. Escuchaba voces, veía que cosas inertes tomaban vida y fantasmas de mí pasado que de pronto se apoderaban de mi realidad.
El doctor dijo que en caso de seguir empeorando sería necesario quedarme un par de meses, quizá años, ¿O por qué no? Una eternidad en su clínica psiquiátrica. Me dio más medicamentos y preparo la siguiente cita, sin más cosas que decirle a mi doctor me retire a mi casa.
Aquel día había transcurrido bastante tranquilo, casi normal, a excepción de esa maldita angustia que siempre estaba conmigo, todo marcho bien hasta el anochecer... Me encontraba muy sereno viendo
-¿Qué diablos...? ¿Qué es esto?
Aquellas cosas se contorsionaban sin cesar entre mi comida. Hacían un sonido como de rata a punto de morir, se movían como repugnantes lombrices.
Volteé a mí alrededor, casi como si tuviera miedo de que alguien me observara. Tomé el tenedor y lo enterré en una de esas cosas que habían salido de mis ojos, un líquido purpúreo, de un olor horrible, comenzó a escurrir y crujía como si hubiese pisado una cucaracha, la diminuta rareza chillaba aún más fuerte. La acerque a mi cara...
-¡Oh por Dios!, esto es... ¡Es una NEURONA!, ¿Cómo pudo salir?, ¿Esto es posible?
Y antes de que pudiera seguir formulándome preguntas, casi por impulso le enterré el tenedor a la otra neurona que seguía retorciéndose en mi plato.
Hubo un momento de chillidos que parecían interminables y el olor desagradable invadió mi casa, el líquido verde, el cual no sé qué era, cubría mi comida por completo. Entonces todo fue silencio y me desplomé encima del plato.
Cuando recobre la conciencia sentí el líquido escurrir por mi cara, lo toqué pero ahora de un color más bien rojo. Un dolor agudo me golpeó ambos lados de la cabeza, llevé mis manos a las sienes y... ¡Tenía dos tenedores!, uno en cada lado.
Ilustración por
http://www.facebook.com/l.spacewalker Sasu Spacewalker http://www.facebook.com/misanthropiehuman Face del autor "Neuronas" |
No hay comentarios:
Publicar un comentario