Abre los ojos…
Y abrí los ojos. Mi cuarto estaba obscuro, afuera llovía y el viento
soplaba meciendo las ramas de los arboles en la lejanía y silbando, colándose
por las rendijas de la vieja cabaña, hacia frio.
Extendí mis brazos y estire mis piernas, porque había comprado una cama
tan grande? Mire hacia afuera, hacia el bosque gris y viejo, el riachuelo iba
cargado de agua y corriente, todo el paisaje se dibujaba caótico y hermoso.
Y de pronto todo se detuvo, el silencio devasto el mundo y solo pude
escuchar el zumbido de mis sentidos haciéndose cada vez mas fuerte e intenso.
Desde un viejo y enorme sauce una lechuza negra me miraba, mientras sus ojos se
adentraban más y más en los míos el zumbido aumentaba, el momento se me hizo
eterno, hasta que todo exploto…
- No hay razón para que tu vayas!! -
- Si la hay… -
- Deja que tu equipo se encargue!! -
- Ernest por favor entiende…este es el trabajo de toda mi vida…no puedo,
no quiero que otros estén presentes para ver los frutos de mis esfuerzos y yo
no… -
Abrí los ojos... Estaba sentado en la sala de la cabaña con una frazada
encima, contemple el fuego de la chimenea, tenía hambre pero no había nada en
la cocina, habría podido ir al pueblo a comprar algo pero no encontraba las
llaves de mi ¨jeep¨. Tome el atizador y me levante para avivar el fuego,
entonces me estremecí… Entre la leña carbonizada vi un mechón de cabellos rojos
sobresaliendo de las cenizas ardientes, los jale hacia afuera con el atizador y
me di cuenta de que era una vieja muñeca a medio quemar. La tome entre mis
manos, estaba tibia… y lo sentí de nuevo… Lo mismo que había pasado en mi
sueño, un silencio absoluto y ese zumbido agudo y en ¨crescendo¨, pero había
algo, algo que no escuche en el sueño, un ulular… y ahí estaba de nuevo esa
lechuza negra parada en la rama del sauce viéndome fijamente y ululando sin
temor… Y de nuevo todo exploto…
Un bebe lloraba.
-Shh, ya, ya mi vida tranquila, shh, shh… -
Una mujer cargaba al bebe. Era alta y de cabello largo, rizado y rojo
como la sangre.
-Que sucede? – Pregunto un hombre.
-La bebe esta hirviendo y no para de llorar… - Contesto la mujer
asustada.
-Voy a llamar al Doctor Robert… -
La bebe era hermosa, sus ojos eran de un verde radiante y su cabello era
rojo y rizado como el de la mujer.
De pronto la mujer comenzó a gritar…
-¡Ernest!... ¡Ohh Por Dios!... ¡Ernest!... –
Me di cuenta de que la bebe había dejado de llorar… La mujer la devolvió
a su cuna y lloro desesperadamente.
Entonces el hombre entro corriendo.
-¿Qué pasa? – Pregunto.
Todo se obscureció después de eso.
Abrí los ojos… Estaba sentado en el pórtico. – ¿Qué me estaba pasando? –
Me pregunte.
La radio sonaba a todo volumen dentro de la casa. Me levante y fui hacia
adentro.
-Hay casos que hemos visto de personas que cometen
algún acto deplorable, impactante y lo encierran en su mente… simplemente lo
encasillan y lo olvidan y vuelven a sus vidas normales como si nada nunca
hubiera pasado… hoy día tengo bajo mi supervisión a 6 pacientes con esta
patología… -
Apague el radio.
El reloj marcaba ya las 11:30 de la noche, cuando me levante eran las
11:00 en punto. El tiempo se me había hecho una eternidad.
Algo llamo mi atención en la ventana, enfoque la mirada, era difícil
pues la oscuridad era pesada. Había algo, definitivamente había algo ahí, una
silueta… Entonces corrió… Me sobresalte y salí disparado hacia el sótano para
buscar mi escopeta. Encendí la luz, la pequeña e impaciente lámpara hacia de
péndulo colgada en el techo haciendo ondular las sombras haciendo más grande mi
temor. Al levantar la vista lo primero que vi fue la cuna… y de ahí todo empezó
a iluminarse… el tapiz de la pared con dibujos de nubes rosas y ángeles
pequeños, las repisas repletas de juguetes y muñecas tétricas, las ropitas de
colores para bebe y algo que había estado ahí desde que entre a la habitación
pero que no había reparado en ello… cientos de figurillas de niños dibujadas
por luz flotando alrededor del cuarto destrozando mi mente que se separaba de
su cuerpo…
Todo comenzó a derrumbarse, corrí, salí del sótano (¿aunque sabemos que
no era el sótano verdad?) y baje la escaleras (estaba en la planta alta) y corrí,
corrí como nunca mientras todo se derrumbaba a mi alrededor, mientras el mundo
se revelaba ante mis ojos, mientras la verdad me golpeaba con escenas… seguí
corriendo el camino interminable de la duda hacia quien sabe donde…
-Toma asiento Ernest por favor… - Dijo el Doctor Robert. – En todos mis
años de carrera no había visto un caso así…- Mi corazón latía fuerte y un susto
recorría mi esófago mientras el Doctor Robert elegía cuidadosamente sus
siguientes palabras. –La bebe ha presentado un tumor en el lado derecho de su
cerebro...- Hubo un silencio espasmoso… - es imposible determinar si su
naturaleza es maligna pero ha ido creciendo durante el periodo de gestación…
necesitamos operar con urgencia Ernest…-
Salí corriendo de la cabaña y me interne en el bosque. La lluvia caía
reacia y tupida y mis pies se atascaban en el lodo espeso mientras el bosque
giraba y desaparecía como una pintura borrada con agua…
-No podemos operar el tumor Ernest… se ha arraigado a partes vitales del
cerebro, seria mortal tratar de moverlo… -
Comencé a llorar. Mientras corría mis lagrimas flotaban al vacio sin
gravedad… me rendí a la adversidad… el dolor lleno mi corazón, me puse de
rodillas y grite a la nada, al caos, a la verdad, al miedo, al bosque, al sauce
con la lechuza negra parada en sus ramas, a mi mismo… a mi mismo… y trate de
recordar mi nombre… como me llamo?
-¡Ernest, déjame tranquila! ¡¿Crees que yo no la perdí también?! ¡¿Crees
que no me duele en el alma que Aurora se haya ido?!... ¡¿Era mi hija también
sabes?! –
Y ahí se detuvo… El viento dejo de soplar, la lluvia dejo de caer, el
bosque dejo de desaparecer, el mundo dejo de derrumbarse…
Yo soy Ernest…
-¡Fue tu puta culpa Christina! ¡Por tu jodida obsesión por tu trabajo de
mierda! ¡Sabias los efectos de la radiación, sabias que era peligroso, sabias
que estabas embarazada! ¿Y ahora me vienes con tus lágrimas? –
Habían pasado ya tres meses desde la muerte de Aurora y aun mi odio
hacia Christina crecía más y más, aun el dolor por perder a mi primera y única
hija no podía superarse, y en realidad quien podría?...
Ahora todo volvía a mi mente con claridad.
La miraba con odio, la repudiaba, el solo hecho de sentirme en su
presencia me asqueaba…
-Ya no te amo Christina, ya no tengo nada que darte…más que mi odio… -
-¡Ernest, Aurora era mi hija también! ¡No hables como si solo tu
estuvieras lastimado!... –
-¡Sí, era tu hija… y la mataste! ¡Con toda la intención y albedrio
mataste a tu hija! –
Estaba ciego, el tiempo brinco unos segundos, el cuchillo entro sin problemas,
su piel no opuso resistencia, su tórax se abrió para dar paso hacia su corazón
y la punta del cuchillo se quedo ahí, punzando. Los labios entreabiertos de
Christina soltaban suspiros y su mandíbula temblaba, sus ojos asustados y
cristalinos me miraban, clavándose en mí, abriéndose paso hacia mi corazón al
igual que ese cuchillo de cocina lo había hecho en ella…
Abre los ojos…
Abrí los ojos… La lluvia gruesa golpeaba mi espalda y mi cabeza, el
sabor y consistencia del lodo llenaba mi boca e inundaba mis sentidos con el
olor a tierra mojada. Levante la mirada y vi a una lechuza grande y negra
parada en la rama de un viejo sauce, justo en sus faldas vi una pala tirada y
un agujero hondo del tamaño de una persona, vi también mi camioneta con los
faros encendidos alumbrado mi cara y en su interior el radio encendido sonando…
Su alma estaba ahí… velando por la mía cual buitre espera paciente por
su presa…
Perdón…
Perdón Christina…
Perdón Aurora…
Perdón…
Pronuncie las palabras con mucho esfuerzo y sentí su abrazo hasta los
huesos de mi cuerpo cansado…
Sentí su mano tibia posarse en la mía y sentí otra mano pequeña y
delicada posarse en la otra… y con un beso recogieron mi perdón y también mi
corazón…
Y la radio seguía sonando…
-A veces la vida da otra oportunidad… a veces
alguien te da la oportunidad de redimir tus pecados… a veces te permiten volver
solo para pedir perdón… -
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